La turquesa tiene una antigua tradición como piedra curativa y mágica: se la consideraba un buen remedio contra las picaduras de serpiente, así como un conjuro contra el asesinato y contra cualquier tipo de muerte violenta.
Se la consideraba la piedra de los caballeros pues alentaba el valor, la esperanza, la sinceridad, la amistad, la ternura y el afecto.
Se decía que la piedra caía enferma junto a su portador y que perdía color y brillo si la enfermedad avanzaba, para terminar rompiéndose cuando moría.
La turquesa aporta grandes dotes comunicativas, sobre todo en el discurso oral.
La turquesa aporta grandes dotes comunicativas, sobre todo en el discurso oral.
Su gran capacidad de absorción la hace protectora y ello le hace cambiar de color, lo que indica que se debe limpiar y recargar de inmediato.
Es la piedra de la eterna juventud.
A nivel físico, es un purificador del cuerpo -sangre, semen, fluidos hormonales, también alivia las molestias de las enfermedades respiratorias, actúa frente a las enfermedades cardiovasculares y es útil ante la presencia de trastornos psíquicos.
Estimula los procesos de comprensión y aprendizaje.