LA FACULTAD DE LA
INTUICION: No he leído el libro de Kenton que citas en tu mensaje, pero
por tus palabras se deduce que la interpretación que haces de Causa
Efecto se aleja de su raíz.
Dices "Kenton
afirma que no hay efecto sin causa: es la ley del Karma y nadie sea de la raza
que sea está exento."
El principio "No
hay causa sin efecto", nace del Principio Hermético de la Causación que
reza:"Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede
de acuerdo con la ley; la casualidad no es sino un nombre para la ley no
reconocida; hay muchos planos de causación pero nadie escapa a la ley" (El
Kybalion) Este principio está claramente asociado a la lectura de los
libros celestiales en donde podemos ver como todo está asociado en una cadena
de eventos ya preestablecidos.
Este principio establece
que nada ocurre por casualidad, si no que si estudiamos cualquier evento de la
vida, veremos que este responde a una serie de hechos consecutivos que llevaron
a que la situación en cuestión sucediera y que las personas que se ven
afectadas por ellos tomaron las decisiones en su vida (pensaron, hablaron y
dijeron) que los llevaron a estar en ese momento en ese lugar y por lo tanto a
vivir esas experiencias. Cito a Los Tres elegidos en su análisis de El
Kybalion:"Alguna confusión ha surgido en las mentes de personas que
consideraban este principio a partir del hecho de que eran incapaces de explicar
cómo una cosa podría causar otra cosa, esto es, ser la «creadora» de la segunda
cosa-. Como una cuestión de hecho, ninguna «cosa» causa o «crea»
nunca otra «cosa». Causa y efecto tratan meramente con los
«eventos».
Un «evento» es «lo
que viene, llega o sucede, como resultado o consecuencia de algún evento
precedente».
Ningún evento «crea» otro
evento, sino que es meramente un vínculo precedente en la gran cadena ordenada
de eventos que fluyen de la energía creativa del TODO.
Hay una continuidad entre
todos los eventos precedentes, consecuentes y subsiguientes. Hay una
relación existente entre todo lo que ha pasado antes y todo lo que sigue.
Una piedra se desprende de la ladera de una montaña y aplasta el techo de una
cabaña en el valle de abajo.
A primera vista
consideramos esto como un efecto del azar, pero cuando examinamos la cuestión
encontramos una gran cadena de causas detrás de ello. En primer lugar
estaba la lluvia que ablandó la tierra que soportaba la piedra y que le
permitió caer; entonces detrás de eso estaba la influencia del sol, otras
lluvias, etc., que desintegraron gradualmente el pedazo de roca de un pedazo
más grande; estaban además las causas que condujeron a la formación de la
montaña, y su trastorno por convulsiones de la naturaleza, y así sucesivamente
ad infinitum.
Así, podríamos seguir las,
causas detrás de la lluvia, etc.
Entonces podríamos
considerar la existencia del techo.
En breve, nos
encontraríamos envueltos en una malla de causa y efecto, de la que pronto nos
esforzaríamos por desenredamos. Igual que un hombre tiene dos padres, y cuatro
abuelos, y ocho bisabuelos, y dieciséis tatarabuelos, y así sucesivamente hasta
que se calculan digamos cuarenta generaciones, el número de ancestros corren a
muchos millones, igual con el número de causas detrás incluso del más trivial
evento o fenómeno, tal como el paso de una pequeñísima mota de hollín delante
de vuestros ojos.
No es una cuestión
sencilla el seguir la huella del pedacito de hollín hasta el período primitivo
de la historia del mundo cuando formaba parte de un voluminoso tronco de árbol,
que fue convertido posteriormente en carbón, y así sucesivamente, hasta la mota
de hollín que pasa ahora ante vuestra visión en su camino a otras aventuras.
Y una poderosa cadena de eventos, causas y efectos la trajeron a su condición
presente, y el último no es sino uno de la cadena de eventos que conducirán a
producir otros eventos dentro de cientos de años.
Una de las series de
eventos que surgen del diminuto pedacito de hollín fue la escritura de estas
líneas, que hizo que el mecanógrafo ejecutase cierto trabajo, que el lector de
pruebas hiciese lo mismo, y que hará surgir ciertos pensamientos en vuestra
mente, y la de otros, que a su vez afectarán a otros, y así sucesivamente, y
sucesivamente, y sucesivamente, más allá de la capacidad del hombre para pensar
más lejos; y todo a partir del paso de un diminuto pedacito de hollín, todo lo
cual muestra la relatividad y asociación de las cosas, y el hecho además de que
«no hay grande, no hay pequeño en la mente que todo lo causa».
Por lo tanto concluimos
que no fueron los actos de los judíos o de los aborígenes los produjeron las
experiencias que tuvieron que vivir, si no que sus decisiones resultado de sus
pensamientos, palabras y obras los llevaron a estar ahí en ese momento.