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lunes, 18 de abril de 2011

MARIA SANTISIMA DE LA ESTRELLA...

La Estrella desafió a la lluvia y volvió a ser "La Valiente".

María Santísima de la Estrella ya está en la Catedral para su coronación canónica. Sin embargo, la lluvia estuvo a punto de suspender la procesión de ida. Salió a las tres y media e incluso se volvió antes de cruzar el puente. Pero Triana la llevó en volandas y, una vez más, demostró por qué es "La Valiente".
No cupo ayer más emoción. Triana y Sevilla vivieron una jornada histórica que ni la lluvia consiguió empañar. María Santísima de la Estrella tenía que ir a la Catedral hispalense y fue. Luchó contra la lluvia y ganó la partida. Apostaron en San Jacinto por la ida ayer domingo y no se equivocaron. Y es que Ella no podía quedarse en casa. Sus hijos, agolpados desde primeras horas de la mañana, la esperaban con los brazos abiertos para piropearla para alabarla, para llevarla en volandas al Templo Metropolitano. Por eso, una vez más, Ella, María Santísima de la Estrella, desafió a las condiciones climatológicas y volvió a ser, de nuevo, "La Valiente".
Y con la Virgen, una junta de gobierno que esperó todo lo que se puede esperar para que Ella no se quedase dentro. Y es que no podía quedarse. Triana quería despedirla y Sevilla, desde las claras del día, la esperaba con la ilusión del hijo cuando sabe de la llegada a casa de la madre. Porque la Madre de todos nosotros salió, cruzó el puente -¡cómo estaba, Dios Mío, de gente!- y enseñoreó por el Arenal para gozo y disfrute de los sevillanos, de los trianeros, de todos.
No comenzó con buen pie el día. A las siete y media de la mañana estaban citados los costaleros. Pero a esa hora Sevilla, todavía de noche, veía llover. Agua y más agua y, lo que es peor, nada de viento. Nubes paradas que descargaban y que no presagiaban nada bueno. A las nueve de la mañana ya había gente apostada en las vallas frente a la capilla. Pero la lluvia no cesaba. Reunión de la junta que decide esperar hasta las diez y media. "A las once nos han dicho que habrá un claro". Las once y sigue lloviendo. Nueva reunión y gritos y vítores en el interior de la capilla cuando se decide salir a las doce. Pero llegó el mediodía y el agua seguí cayendo sobre la ciudad. La gente seguía llegando, buscando el refugio de las cornisas de las casas o los establecimientos abiertos. En el aire, la idea de que María Santisima de la Estrella tenía que salir.
De nuevo, reunión de la junta de gobierno. Hasta San Jacinto se habían desplazado varios concejales del Ayuntamiento hispalense, entre ellos Mariano Pérez de Ayala, primer teniente de alcalde y el delegado de Fiestas Mayores; Isabel Guerra, delegada del Distrito Triana-Los Remedios; Blas Ballesteros, delegado de Tráfico y Transportes, y José Antonio García, delegado de Consumo. Pero las idas y venidas no presagiaban nada bueno. Los costaleros salían y entraban, igual que los músicos. Reunión larga que desemboca en una moratoria. "A las tres se cita a los hermanos y se sale a las tres y media".
Aparecía tranquilo José Sánchez Dubé, mientras que Rafael Medina atendía a los medios de comunicación en la propia capilla. Y llegó la hora. Lucía el sol y San Jacinto era un hervidero. Cinco minutos antes de las tres y media se oyó como se descorría el cerrojo de la puerta. Ovación tremenda y cruz de guía en la calle. El sol la recibía y daba luz. Habían cambiado las condiciones metereológicas. Diez minutos más tarde sonaba la primera llamada de José Luna, el capataz. "¡Porvillo! Este recorrido va por el Cristo de las Penas, por los hermanos y hermanas de la Estrella y por los que no pueden estar aquí. ¡Vamos a ser elegantes! ¡ A pulso lo quiero arriba!". Discurrir lento, casi sobre los pies, del palio. Salida majestuosa recibida con vitores de ¡Viva la Virgen de la Estrella! entremezclados con la Marcha Real. Luego, ya con Ella en la calle revirando para mirar haci ala capillita del Carmen, una "Estrella Sublime" que interpretó la banda de Nuestra Señora de la Oliva y que soñó mejor que nunca, y "Corona de Estrella", que Bienvenido Puelles Oliver, autor de la misma, oyó emocionado y con lágrimas en los ojos.
Pero el agua volvió a aparecer. No había llegado el palio al Altozano cuando se descargó un aguacero y se ocsureció el cielo. Fuerte caía la lluvia y, de pronto, se decidió volver al templo. Entonces Triana entera comezó a llorar de rabia, de impotencia. La Virgen se volvía a casa. No podría llegar a la Catedral. Se arría el palio y Rafael Medina que consulta por teléfono sobre las condiciones metereológicas. Hay desconcierto -cara desencajada en el hermano mayor y en los miembros de la junta de gobierno- y, de pronto, decisión inapelable: "Vamos a la catedral, aunque sea a paso de mudá", se oyó entre los costaleros. Y los trianeros, con los ojos completamentes empañados, gritaron al unísono que "no os podéis volver atrás. Aquí estamos para lo que haga falta". Ciriales de nuevo hacia el puente y revirá del palio a los sones de "Estrella Sublime". Fiesta en Triana, fiesta en Sevilla.

Y la Estrella pasó por su puente. El de Triana. Allí hubo miles de personas, y se obró el milagro. Y ya por Reyes Católicos, el sol que vuelve a salir y las ovaciones y los vítores que se suceden. María Santísima de la Estrella camino de la Catedral. Tranquilidad por Pastor y Landero y momento indescriptible en la capilla del Baratillo -¡qué manera de mecer el palio una y otra vez frente a la puerta!- y en el Arco del Postigo, con recuerdo a Juan Carlos Montes. Fue, finalmente, un día de gozo para Sevilla. Ya queda menos para que luzca su corona. Y ayer, desde luego, se vivió una de las jornadas más hermosas que puedan describirse.
La Estrella volvió a ser "La Valiente"
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