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martes, 26 de octubre de 2010

¿QUE ES EL ESPIRITISMO?

¿QUÉ ES EL ESPIRITISMO?
Introducción al conocimiento del Mundo Invisible por las manifestaciones de los espíritus
Autor: Alan Kardec
PARTE III
Desde el punto de vista religioso, el Espiritismo tiene por base las verdades fundamentales de todas las religiones: Dios, el alma, la inmortalidad, las penas y las recompensas futuras, pero es independiente de todo culto particular.
Su fin es probar la existencia del alma a los que la nieguen o dudan de ella; que sobrevive al cuerpo, y que sufre después de la muerte las consecuencias del bien o del mal que ha hecho durante la vida corporal, lo cual pertenece a todas las religiones.
Como creencia en los espíritus, pertenece a todas las religiones y forma parte de todos los pueblos, puesto que donde hay hombres hay almas o espíritus, y puesto que las manifestaciones han tenido lugar siempre, y su relato se encuentra en todas las religiones sin excepción.
Se puede ser, pues, griego o romano, protestante, judío o musulmán, y creer en las manifestaciones de los espíritus, y por consiguiente, ser espiritista; la prueba está en que el Espiritismo tiene adeptos en todas las sectas.
Como moral, es esencialmente cristiano, porque la que enseña no es más que el desarrollo y la aplicación de la de Cristo, la más pura de todas y cuya superioridad no es negada por nadie; prueba evidente de que es la ley de Dios, y que la moral está a disposición de todo el mundo.
Siendo independiente el Espiritismo de toda forma de culto, no prescribiendo ninguno, y no ocupándose de dogmas particulares, no es una religión especial, porque no tiene sacerdotes ni templos. A los que le preguntan si hacen bien o mal en seguir tal o cual práctica, responde:
Si creéis vuestra conciencia obligada a hacerlo, hacedlo: Dios tiene siempre en cuenta la intención.
En una palabra, no se impone a nadie; no se dirige a los que, teniendo fe, están satisfechos con ella, sino a la numerosa categoría de los vacilantes e incrédulos.
No los arrebata a la iglesia, puesto que moralmente se han separado de ella total o parcialmente; les hace recorrer las tres cuartas partes del camino para volver a aquélla, a la cual toca hacer lo demás.
Es verdad que el Espiritismo combate ciertas creencias, tales como las penas eternas, el fuego material del infierno, la personalidad del diablo, etc.,
¿pero no es verdad que estas creencias, impuestas como absolutas, han hecho en todas las etapas de la Humanidad incrédulos y los hacen aún hoy en nuestros días?
Y si el Espiritismo, dando a estos y a otros dogmas una interpretación racional, conduce a la fe a aquellos que la abandonan, ¿no presta un servicio a la religión?
Así es que un venerable eclesiástico decía con respecto a este asunto: “El Espiritismo hace creer algo, y vale más creer algo que no creer nada.”
No siendo los espíritus más que las almas, no pueden negarse aquéllos sin negar éstas.
Admitiendo las almas o espíritus, la cuestión, reducida a su más simple expresión, es ésta: ¿las almas de aquellos que han muerto pueden comunicarse con nosotros? El Espiritismo prueba la afirmación con hechos materiales: ¿qué prueba puede darse de que no sea posible? Si lo es, todas las negaciones del mundo no impedirán que lo sea, porque esto no es ni un sistema, ni una teoría, sino una ley de la Naturaleza, y contra las leyes de la Naturaleza es impotente la voluntad del hombre. Es, pues, preciso aceptar de buen o de mal grado las consecuencias y conformar a ellas sus creencias y sus costumbres.
CAPÍTULO PRIMERO
Breve conferencia espiritista
Diálogo primero. 
El crítico
Visitante. -Le diré a usted, caballero, que mi razón se resiste a admitir la realidad de los extraños fenómenos atribuidos a los espíritus que, estoy persuadido de ellos, sólo existen en la imaginación. No obstante, habríamos de inclinarnos ante la evidencia, y así lo haría yo, si pudiese tener pruebas irrecusables. Vengo, pues, a solicitar de su amabilidad el permiso de asistir únicamente, para no ser indiscreto, a una o dos sesiones a fin de convencerme, si es posible.
A. Kardec. -Caballero, desde el momento en que su razón se resiste a admitir lo que nosotros tenemos por hechos positivos, es porque la cree superior a la de todas las personas que no participan de sus opiniones. No pongo en duda su mérito, y no tengo ninguna pretensión en hacer superior mi inteligencia a la suya. Admita usted, pues, que yo vivo engañado, puesto que es la razón quien le habla, y asunto concluido.
V. -Sin embargo, seria un milagro, eminentemente favorable a su causa, que llegase a
convencerme a mi, que soy conocido como antagonista de sus ideas.
A. K. -Lo siento, pero no tengo el don de hacer milagros.
¿Usted cree que una o dos sesiones bastarían para convencerle? Sería, en efecto, un verdadero milagro. Yo he necesitado más de un año de trabajo para convencerme a mi mismo, lo que le prueba que, si soy espiritista, no ha sido de ligeras. Por otra parte, caballero, yo no doy sesiones, y según parece, usted está equivocado sobre el objeto de nuestras reuniones, dado que no hacemos experimentos para satisfacer la curiosidad de nadie.
CONTINUARA...
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