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lunes, 27 de febrero de 2012

SAN LA MUERTE...


El santoral jamás registró a San La Muerte, quién pierde sus orígenes en la cultura guaranítica, sin embargo su culto en el nordeste argentino (provincia de Corrientes, especialmente, y en menor proporción en las de Chaco, Misiones y Formosa) es vivo y permanente, no sólo en el campo, en donde quizás se explicaría con mayor facilidad como la devoción del hombre simple y sin una profunda formación religiosa y cultural, sino entre numerosos integrantes de las denominadas clases cultas de los centro urbanos. 
El culto es pagano y supersticioso y al parecer satisface las demandas de bienes materiales y espirituales.
La creencia popular sostiene que hace mucho tiempo existía un rey que administraba justicia en forma ejemplar. 
Cuando murió, Dios lo llamó a su lado para que lo ayude en una difícil tarea. Le dijo que habiendo sido tan justo en sus actos en la Tierra, le encomendaría el cuidado de la vida y la muerte de los humanos. 
Lo condujo a un lugar del cielo donde le ofreció un trono. 
Alrededor del mismo se extendían hasta el infinito cantidad innumerables de velas, algunas recién encendidas y otras por apagarse. 
Dios le dijo que las que estaban por terminar de arder eran de los hombres que debían morir y que él debía bajar a la Tierra para recoger sus almas. Así, por orden divina, se convirtió en el ayudante de Dios para controlar la existencia de los hombres. Así nació San La Muerte, y por tal motivo es que sus devotos se encomiendan a él en la vida para que los proteja en la hora de la muerte.
Las imágenes de San La Muerte son pequeñas. 
Las más altas alcanzan unos quince centímetros; las más pequeñas, aproximadamente tres o cuatro centímetros. 
El material comúnmente empleado es la madera, con la que también se hacen otras imágenes de "santos" muy propios: San Són (deformación del Sansón bíblico); Santa Librada (que ayuda en las heridas y fugas); San Pilato (que favorece el hallazgo de cosas perdidas, contribuyendo también San La Muerte a ello) y, además, las de San Baltasar, Santa Lucía, el Niño Dios y Jesús Crucificado. 
Todas estas deidades populares constituyen la constelación de los "santos de palo", aunque San La Muerte también puede hacerse en plomo o con huesos humanos.
Si el "santo" es personal, se le rezan sus oraciones los días Martes y Viernes, rodeando al esqueletito con velas rojas o de "luto". 
Cuando es utilizado para el bien, está acompañado de Santa Catalina y algún crucifijo. 
Si es utilizado para el mal debe estar totalmente de negro y siempre oculto a la vista de extraños, y sólo el "dueño" lo "atiende", ya que de otro modo perdería su fuerza.
En todos los casos la representación es semejante: un esqueleto humano provisto de guadaña, cuya hoja está hecha de metal, generalmente de lata. 
El mango se apoya sobre una pequeña plataforma situada a la altura de la cadera. 
La imagen, a su vez, también se asienta en otra plataforma. 
Salvo la guadaña, que se agrega, el resto está constituido por una sola pieza que el santero trabaja pacientemente. 
La presentación común de los San La Muerte es de pie, pero también los hay sentados, con las manos apoyadas en el maxilar inferior, y por último otras en cuclillas, también con una o las dos manos apoyadas en el maxilar. Estas dos últimas representaciones corresponden al Señor de la Paciencia.
Los distintos nombres con que es conocido San La Muerte son: Señor de la Buena Muerte (simboliza a Jesucristo); Señor de la Paciencia (simboliza a Jesucristo o a San José); San La Paciencia; Señor La Muerte (simboliza a Jesucristo); San Justo Nuestro Señor de la Muerte; Nuestro Señor de Dios y la Muerte; San Justo; San Esqueleto y Ayucaba, en Paraguay; Señor que lo puede Todo (especialmente en Formosa); San Severo de la Muerte (especialmente en Corrientes y Formosa) y San, simplemente.
San La Muerte toma a sus dueños invulnerables al daño y les da poderes extraordinarios para inclinar a su favor el amor y la fortuna. 
Estos poderes se acentúan si la imagen está hecha con huesos humanos. Los imagineros que hacen este payé o amuleto, entregan con la imagen las oraciones que la tornan mágica. 
Uno de los más famosos imagineros fue Ramón González, un hombre analfabeto, de ascendencia árabe, quien a pesar de estar recluido en la cárcel provincial de la ciudad de Corrientes, realizaba imágenes de San La Muerte o Santa Librada para satisfacer los pedidos de la gente.
San La Muerte no es efectivo si no está bendecido por un sacerdote católico. Su culto constituye así un curioso sincretismo religioso-pagano. Es difícil hallar un sacerdote que lo bendiga, por lo que hay entonces dos caminos:
Cuando no hay sacerdote en la zona y no es posible pedirle nada a la imagen, dos personas mayores (y que sean católicas) asumen la responsabilidad y lo bendicen.
Si en la zona hay un templo, conviene llevar la imagen a la misa, y cuando el sacerdote imparte la bendición, tenerlo oculto en la mano para que le alcancen los beneficios de la misma. 
A partir de allí la imagen es efectiva y peligrosa, y tanto, que quien sabe de alguien que posea un La San Muerte ya bendecido, evita su compañía, sobre todo si tiene alguna situación de disputa, rivalidad amorosa o simple antipatía.
Otra forma consiste en llevar en el hueco de la mano la imagen de San La Muerte y pedir al sacerdote que bendiga una estampita o medallita colocada encima; de esta manera, cuando bendice la medallita o la estampita, queda bendecida la imagen de San La Muerte. 
Después, su dueño o dueña, lo coloca separado de los otros "santos", a veces en altares especiales, forrados de negro, según es costumbre, siendo creencia que para que "comience a actuar" hay que llevar el amuleto siete viernes seguidos a siete iglesias distintas.
El culto supersticioso de San La Muerte no tiene fecha especial, pero el calendario folclórico reconoce como excepcionales para ello el Viernes Santo y el Día de Todos los Muertos, aunque desde hace tiempo en Resistencia, Chaco, se le rinde culto el 15 de agosto, incluso con misa y procesión.
Señala José Miranda que para solicitarle algún favor especial a San La Muerte, se lo coloca en diversas posiciones y se le reza la oración que se tenga, teniendo en cuenta las siguientes precauciones con la imagen:
Debe estar mirando hacia el lugar donde vive la persona a la que se desea influenciar.
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