Alejandro Jodorowsky: Uno de los chistes clásicos de Nasrudin, el idiota sabio de la tradición sufí, es este: Un amigo, a medianoche, ve a Nasrudin, arrodillado, escarbando al pie de un farol, que alumbra a cien metros de distancia de donde él vive. “¿Qué haces ahí, arrodillado?” “¡Busco la llave de mi casa: se me cayó de las manos al abrir la puerta!”. “Pero, ¿por qué la buscas tan lejos?” “¡Es que aquí hay más luz!”…
Los maestros sufís emplean este chiste para hacer conscientes a sus discípulos de que no deben fascinarse por personas con egos seductores y buscar, en cambio, su Ser Esencial, (o su Dios interior) dentro de ellos mismos…
Ahora bien, no hay que engañarse con la idea de buscar algo que no somos nosotros mismos.
El Ser Esencial, es lo que en verdad somos, pero también el buscador, el ego individual es lo que somos.
De ninguna manera debemos aceptar las prédicas de gurús improvisados que nos ordenan destruir a nuestro ego.
El ego sin el diamante, se convierte a la larga en un monstruo egoísta.
El diamante, sin ego individual, cae en el delirio paranoico de creerse Dios.
El ego individual y el Ser Esencial forman una unidad amorosa, necesaria.
Esto lo comprendió muy bien el poeta Rumi…
Al leer su poema (escrito aproximadamente en el año 1250) les pido interpretar el “yo” como el ego individual, y el “tú” como el Ser Esencial.
“En verdad, somos una sola alma, yo y tú.
Aparecemos y nos ocultamos tú en mí, yo en ti.
Este es el profundo sentido de mi relación contigo, porque no existe, entre yo y tú, ni yo ni tú.
Somos a la vez el rostro y el espejo.
Estamos ebrios de la copa eterna, somos el bálsamo y la curación, somos el agua de la fuente de la juventud y el que la escancia.”
Respuesta de Alejandro Jodorowsky para Plano Creativo