El Mito de Pandora
Una lectura astrológica
Venimos trabajando la propuesta de la astrología arquetipal de canalizar la
lectura mitológica a través de los símbolos planetarios de la carta natal. Ya
hemos trabajado el mito de la castración de Urano presente en la Teogonía de Hesíodo y
hemos mostrado una posible lectura desde la matriz zodiacal.
Hoy trabajaremos un hermoso mito que trae como protagonista a Pandora, la
primera mujer creada por los dioses griegos. Este mito aparece descripto en
“Los trabajos y los días” de Hesíodo.
Todo empezó cuando Prometeo robó el fuego a los dioses para iluminar a los
humanos. Zeus, indignado por el ultraje, tramó con sus congéneres olímpicos una
venganza.
De esta forma Hefestos, el artesano de los dioses, modeló en arcilla una figura
femenina bella y sugerente. Atenea la vistió con elegancia y Hermes le dio el
don de la inteligencia, la palabra y, además agregó la mentira y la falacia
como parte de su repertorio.
Este mito antiguo recuerda la creación de Adán a
partir de la arcilla y el desprendimiento de Eva de su costilla. En el mito
judeocristiano es Dios quien insufla con su aliento divino la chispa de vida en
ambas figuras.
Pandora, la belleza creada por los dioses, es enviada a casa de Epimeteo
(hermano de Prometeo). Éste estaba avisando de no aceptar ningún tipo de
encomienda proveniente de Zeus y de cuidarse de las trampas. Pero Epimeteo
quedó tan cautivado por la hermosura de Pandora que la convirtió en su esposa.
La enviada de los dioses había llegado con una jarra en sus manos, que estaba
prohibido abrir. Pero los dioses sabían que Pandora no resistiría la tentación
de saber qué había en la jarra. Así fue que un día estando sola la abrió.
Dentro de la jarra había una multitud de males que los dioses habían depositado
esperando que Pandora los libere.
Así fue que de la caja salieron las pestes, enfermedades, malicias, envidias,
temores, etc.
Agazapada bajo todos los males estaba la esperanza,
que dicen los griegos que nunca salió de la jarra y por lo tanto no llegó a la
humanidad. Reversiones posteriores del mito plantean que la esperanza quedó
escondida en la jarra porque es lo último que se pierde. Otros estudiosos de
este mito se preguntan por qué la esperanza quedó mezclada con los males dentro
de la jarra.
Otras versiones dicen que en la jarra había males y bienes, pero una vez
destapada por Pandora, los bienes regresaron a la morada de los dioses mientras
que los males se esparcieron por la tierra. Para Robert Graves, Pandora
significa “la que da todo”. Otros autores opinan que significa “el regalo de
todos”. Sea como sea, Pandora nos trae un relato rico y lleno de sentidos.
Por empezar podemos mencionar que tanto el relato judeocristiano a través de
Adán y Eva como el relato griego a través de Pandora trabajan la caída de lo
que los autores junguianos llamaron “estadio del inocente”. Este estadio
trabaja la etapa arquetípica en la que el ser humano confía en la
bienaventuranza y está sostenido por garantes absolutos. En nuestra ontogenia
particular representa los primeros años de vida, en la que aún no estamos en
contacto con los males del mundo y nuestros padres son la salvaguarda de todo
problema. Por supuesto hay casos en que este estadio evolutivo se ve
severamente interrumpido por traumas y carencias. Esto genera ciertas
cuestiones con las que el sujeto deberá lidiar. Lo mismo sucede cuando el
inocente se perpetúa en nuestra vida más tiempo del necesario. Todo estadio
vivido en exceso o en defecto genera sus consecuencias.
Astrológicamente el estadio del inocente tiene que ver con el signo de Tauro.
Este signo trabaja el concepto del refugio, la confianza y la zona de
comodidad. Tauro representa el confort y el estado paradisíaco donde se confía
en la bienaventuranza y en la estabilidad. Este estadio se rompe cuando pasamos
de Tauro a Géminis. Este último nos introduce en el mundo de la dualidad, que
es lo que sucede cuando Eva muerde la manzana y genera en el humano la
conciencia del bien y del mal. Lo mismo sucede cuando Pandora, regida por los
dones de Hermes (el Mercurio romano y regente del signo de géminis) siente
curiosidad por abrir el ánfora y destapa todos los males que hasta el momento
no existían en ese estadio del inocente que vivía la humanidad.
Dicho en otros términos el mito de Pandora podría estar representando el pasaje
evolutivo de Tauro a Géminis, donde se rompe la confianza y la inocencia ciega
para pasar a formar parte de un mundo dual, dividido y lleno de
contradicciones. Si bien siempre tiene que quedar un resto de inocencia en
nuestra psiqué, porque eso permite que confiemos y que volvamos a nuestro
refugio, es necesario dar el salto hacia el estadio siguiente y atravesar el
mundo de Maya, la tejedora de ilusiones y dualidades, como se la llama en
Oriente. Curiosamente Hermes, el dios regente de Géminis es hijo de la ninfa Maya.
Existen resonancias arquetípicas que nos permiten entrelazar personajes y
símbolos de diversas culturas.
Por otro lado, cuando en el saber popular utilizamos la frase “abrir la caja de
Pandora”, nos referimos a la situación de develar o destapar una situación que
estaba oculta o a al hecho de prepararnos para que suceda cualquier cosa. Abrir
el ánfora que enviaron los dioses se parece a tener un insight, un rapto de
conciencia en el que de pronto, descubrimos nuevos aspectos (no siempre
agradables) relacionados con nosotros mismos. Ver aquello que hemos clausurado
dentro de la caja de Pandora es quebrar con el inocente interno y adentrarnos
en una experiencia que puede estar relacionada con la sombra. Por ello Tauro,
el inocente, es el signo polar y opuesto a Escorpio, el arquetipo de la sombra.
Muchas veces en la tensión Ego-Sombra, recluimos en nuestra caja de Pandora
personal todo aquello que no podemos integrar. Es la curiosidad de Hermes la
que nos lleva a abrirla y desempolvar todo aquello que fue denegado en la
conciencia.
Podemos agregar que Géminis es el signo opuesto a Sagitario, arquetipo que
trabaja entre otras cosas, el insight y la capacidad de ampliar la conciencia.
El símbolo de este signo es la flecha apuntando al cielo, con lo cual podemos
pensar que el “darse cuenta” es como una fecha que de pronto alcanza la
conciencia y da en el blanco. Sagitario es el signo que sucede a Escorpio, por
eso Alice Bailey lo llamaba “la ascensión de Escorpio”. En el arquetipo del
escorpión bajamos a la sombra y nos enfrentamos a nuestros demonios personales
y en el signo de Sagitario integramos esos tesoros a la conciencia.
La caja de Pandora podría pensarse entonces como un mito que nos muestra el
pasaje de Tauro a Géminis, del inocente a la conciencia de la dualidad, donde
pasamos a ser hijos de Maya y a enfrentarnos a todos los conflictos propios de
la escisión entre bien y mal. Esto, lejos de representar un retroceso, es un
paso obligado en la evolución de la conciencia. Es precisamente por la división
vivida en Géminis que luego puede hacerse en Sagitario la nueva integración en
una octava superior de entendimiento.
Este mito involucra el primer movimiento de Tauro a Géminis y nos abre la
puerta a pensar en re-editarlo en los signos de Escorpio y Sagitario. De Tauro
a Géminis salimos del estadio del inocente metiéndonos en el mundo dual, pero
con la promesa de una integración superadora. En Escorpio podemos elaborar la
nigredo proveniente de nuestra caja de Pandora y convertirla en oro alquímico
una vez que llegamos al signo de Sagitario.
Este movimiento es esencial para el desarrollo de la conciencia, su tránsito es
doloroso y una vez que la curiosidad geminiana nos movió a abrir el ánfora
prohibida, ya no hay retorno. Lo que hemos visto, lo hemos visto y tarde o
temprano necesitaremos hacer algo con ello. Recién en Escorpio podemos
adentrarnos en los contenidos del ánfora con el valor de verlos como fantasmas
propios y transformarlos en parte de nuestra conciencia.
Todos estos contenidos mitológicos podemos leerlos en una carta individual,
donde seguramente encontraremos como ha sido el pasaje de la inocencia a la
dualidad y qué movimiento serían oportunos para trabajar el signo de Escorpio y
el ascenso en Sagitario. Este pasaje y desarrollo es quizás uno de los más
dolorosos dentro del Viaje del Héroe, pero como en el mito, lo que siempre
queda es la Esperanza !
Lic. Ada Jimena Marcos
Psicóloga Junguiana- Astróloga arquetipal