Si pudiera leer en el sagrado muro, las innumerables esperanzas que
trajeron los hombres desde todos los confines de la tierra; si pudiera leer en el tiempo los polvos que ennoblecen a las piedras que cobijan a la vía dolorosa.
Si pudiera leer los signos invisibles que completan a la mezquita de Omar, si pudiera leer en los antiquísimos pastores y en la silente caravana que entrelaza los camellos con los rayos del sol.
Si pudiera leer en la quietud del valle de Galilea los misterios y la miel que me prometen, entonces podría escribir el poema que los hijos de mis hijos querrán leer; para conocer una de las formas de la bendita semejanza.
Porque tienes dos ojos para ver todo desde el sol infinito al pequeño lodo, porque distes los pasos que yo no he dado y no dudas de aquello que tanto amo.
Porque nunca preguntas y no divides y es mucho lo que das y poco lo que pides, porque a pesar que sabes muy bien el verbo me muestras el camino con el silencio.
Porque amas a cualquiera de los colores porque son todas una las flores, porque eres la medida del hombre a semejanza el espejo perfecto de la esperanza, creo en ti.
Porque brilla lo eterno en tu presente y el más ancho horizonte vive en tu frente, porque armonizas todas las diferencias que es del hombre la más importante ciencia.
Porque me has enseñado que el movimiento es el mejor momento del sentimiento, porque tienes dos manos que están clavadas en el injusto centro de la balanza.
Porque en el mismo monte crucificaron tu salud infinita y mis pecados,
porque tienes el mismo padre que tengo y eres de Galilea como mis sueños, creo en ti, creo en ti.
- Facundo Cabral –
