ESTAR EN SUS TRECE: significa: "no cambiar de opinión".
A la muerte de Clemente VII, (1394), don Pedro
Martínez de Luna fue elegido Pontifice por 20 votos de los 21 y tomó el nombre
de Benedicto XIII, aunque era conocido también como el Papa Luna.
Francia se opuso a este papa que no era tan influenciable
y que además era subdito de la Corona de Aragón.
Se le presionó para que renunciara, a lo que se
negó alegando un daño irreparable a la iglesia.
Curiosamente, esta actitud suya sería la que la
historia recordaría, surgiendo el dicho popular castellano de –
"Siguió en sus trece"- (XIII)
Benedicto XIII, nacido Pedro Martínez de Luna y
Pérez de Gotor, (Illueca, Zaragoza, 1328 - Peñíscola, Castellón, 1423), más
conocido con el apelativo del Papa Luna, papa en la obediencia de Aviñón,
cardenal desde diciembre de 1375. Actualmente considerado como antipapa.
Nacido en Illueca, un pueblo de Zaragoza, en el reino de Aragón, era miembro de la familia Luna, una de las principales familias aragonesas, emparentada con arzobispos y reyes. Empezó la carrera militar, como era tradición con los segundones de las casas importantes, pero luego pasó, como también era tradición, a la iglesia. Estudió leyes en la Universidad de Montpellier, en la que más tarde fue profesor de derecho canónico.
Nombrado cardenal por el papa Gregorio XI en los turbulentos años de la sede de Aviñón, acompañó al pontífice cuando, a instancias de Santa Catalina de Siena, éste volvió a Roma. El papa Gregorio XI falleció durante los preparativos para su vuelta a Aviñón, huyendo de los conflictos y revueltas en Roma.
Obligados por el pueblo de Roma, que irrumpió en el cónclave tirando una puerta y que amenazó con cortarles la cabeza, la mayoría de los cardenales votaron al futuro Urbano VI. Tras la llegada de los restantes cardenales que no habían podido acudir a Roma a tiempo, se consultó a don Pedro sobre la legitimidad del cónclave y con los datos aportados canónicamente se entendió que no había sido legal, puesto que se había votado, no por convicción, sino por miedo. Se eligió a Clemente VII, que volvió a Aviñón.
Nacido en Illueca, un pueblo de Zaragoza, en el reino de Aragón, era miembro de la familia Luna, una de las principales familias aragonesas, emparentada con arzobispos y reyes. Empezó la carrera militar, como era tradición con los segundones de las casas importantes, pero luego pasó, como también era tradición, a la iglesia. Estudió leyes en la Universidad de Montpellier, en la que más tarde fue profesor de derecho canónico.
Nombrado cardenal por el papa Gregorio XI en los turbulentos años de la sede de Aviñón, acompañó al pontífice cuando, a instancias de Santa Catalina de Siena, éste volvió a Roma. El papa Gregorio XI falleció durante los preparativos para su vuelta a Aviñón, huyendo de los conflictos y revueltas en Roma.
Obligados por el pueblo de Roma, que irrumpió en el cónclave tirando una puerta y que amenazó con cortarles la cabeza, la mayoría de los cardenales votaron al futuro Urbano VI. Tras la llegada de los restantes cardenales que no habían podido acudir a Roma a tiempo, se consultó a don Pedro sobre la legitimidad del cónclave y con los datos aportados canónicamente se entendió que no había sido legal, puesto que se había votado, no por convicción, sino por miedo. Se eligió a Clemente VII, que volvió a Aviñón.
Don Pedro de Luna fue legado de este pontífice
durante 16 años.