Desde la antigüedad se han empleado como ornamento
(muchas veces como elemento protector), en altares, ropajes de sacerdotes y
coronas reales.
En la actualidad se mantiene este uso estético,
pero también está resurgiendo la técnica de sanación con cristales y son
abundantes los practicantes de terapias alternativas que las emplean, establecimientos
que tienen a la venta una gran variedad de cristales y gemas, así como
innumerables personas que recurren a ellas para beneficiar su salud física y
emocional, tanto como para realizar rituales y utilizarlos como amuletos
protectores y sanadores.
La energía de los cristales es una fuerza natural
que aún no ha sido totalmente asimilada por la mente humana actual.
La mayoría de la gente, confunde la palabra "cristal"
con el vidrio o con una variedad más refinada y costosa o de mayor calidad que
el vidrio, asociándolas con piedras preciosas que se engarzan cuidadosamente en
piezas de joyería y como un elemento decorativo, caro, bello e inútil.
Con el paso del tiempo hemos aprendido a aceptar la
energía eléctrica y las numerosas pruebas acumuladas a través de los años han
terminado por demostrar la existencia de los campos magnéticos.
La energía de las piedras se asociaría a la energía
espiritual que no puede ser medida por los medios científicos que tenemos
actualmente a nuestro alcance y que por tanto no se ha podido confirmar su
fiabilidad, sin embargo, como seguimos siendo escépticos y reacios a aceptar
todo aquello que es intangible, que no podemos ver o tocar, no termina de
reconocerse su existencia y validez, lo cual no niega su existencia, porque, si
no
¿cómo admitimos que el pensamiento desarrolla
energía en su funcionamiento si no podemos verla ni medirla directamente?
Los cristales han estado vinculados con ciertos
órganos y partes del cuerpo durante miles de años.
Muchas de las conexiones proceden de la astrología
tradicional, tanto oriental como occidental.
La medicina tradicional china y el ayurveda indio,
ambos con más de cinco mil años de antigüedad, siguen usando en sus recetas
modernas los mismos cristales que se mencionan en sus antiguos textos.
Por ejemplo, se dice que el hematites calma el
espíritu y combate el insomnio.
Pero también se usa para los desórdenes sanguíneos
y se cree que enfría la sangre, deteniendo la hemorragia.
Es usado por los modernos sanadores con cristales
para aliviar estas mismas dolencias.
Se puede creer o no que un cristal posee poderes
mágicos; eso es algo que depende de la concepción vital de cada persona, pero,
al margen de este tipo de creencias, partimos de la idea de que los cristales
no son entidades mágicas que proporcionan aquello que no existe, por eso no
incrementan la propia energía, sino que simplemente la irradian, canalizan y
distribuyen adecuadamente por el cuerpo purificando o tonificando la propia
energía, de ahí que con su uso se tenga la sensación de que la energía física y
psíquica se ha incrementado.