TRAJES DE FLAMENCA
Su origen lo encontramos en la primitiva feria de
ganado. A ella acudían las mujeres de los tratantes, en un buen número gitanas
y campesinas andaluzas.
Sus ropas eran humildes batas de percal.
Esas batas de trajinar, rematadas en dos o tres
volantes constituyeron con el paso de los años una auténtica moda.
Las claves estaban claras, este atuendo realzaba el
cuerpo de la mujer y además le imprimía un garbo que no se lograba con las
ropas que llegaban del exterior.
Un fenómeno a tener muy en cuenta fue el cómo las
clases acomodadas copiaban en sus atuendos a las más humildes. Empezaba la
revolución…
El traje de flamenca ha ido evolucionando con
los años.
Así la tosquedad de las primeras telas fue vencida
con la profusión de volantes, que imprimían al andar un aire más jacarandoso.
Las características se decantaron claramente con el
paso del tiempo: escote de pico, redondo o cuadrado, pelo recogido en moño, talle
ceñido que se abre en las caderas a modo de flor y los importantísimos
complementos: flores en el pelo, collares, pendientes, mantones de Manila…