Corría el año 1254 cuando el Rey Alfonso X, también llamado el Sabio, hijo de Fernando III el Santo otorgaba el permiso para la celebración en Sevilla de dos ferias anuales, una de primavera en abril y otra de otoño en San Miguel.
De ambas se tenía lejanos recuerdos cuando en 1846 dos sevillanos de adopción, concejales del Ayuntamiento hispalense, el vasco José María Ybarra y el catalán Narciso Bonaplata, se les ocurría la hermosa idea de su restauración.
Tras su propuesta formal, y previo estudio por parte de la comisión designada a tal efecto, el Ayuntamiento aprobó el 18 de septiembre de 1846 la celebración de una única feria anual en los días 18, 19 y 20 de abril, dejando la de San Miguel para un "después" y evitando la coincidencia en fecha con la de Carmona. El 5 de marzo de 1847 Doña Isabel II estampaba su firma en una Real Orden confirmatoria.
Se señaló para su inauguración el 18 de abril de 1847 y aunque se contaban con pocos días, Sevilla se dispuso a organizar la que sería su "feria nueva". Para ello se eligió como sede el Prado de San Sebastián, con 19 casetas en las que se comerciaban vinos, aguardientes, chacinas... sin olvidar el mercado ganadero, su razón de ser.
El 17 de abril, visperas del festejo, se abrió la Exposición ganadera en la Plaza de Toros de la Real Maestranza.
Desde sus comienzos la feria contó con el aliciente de los acontecimientos taurinos. Se celebró una corrida de toros el 17 de abril en la que se lidiaron seis ejemplares de la ganadería de Taviel de Andrade y dos de Francisco Arjona, para los diestros Juan Lucas Blanco de Sevilla y Manuel Díaz de Cádiz.
La feria resultó un éxito. Los visitantes forasteros superaron los 25.000 y los sevillanos duplicaron esta cifra. Los períodicos de la época dedicaron grandes elogios por su brillantés y animación, y se presumía que llegaría a ser la primera de las que España tiene.
Desde entonces y hasta nuestros días por la Feria de Abril han pasado muchos momentos de explendor, convulsiones políticas y penurias... ha conocido dos emplazamientos diferentes y ella misma ha evolucionado desde un origen eminentemente ganadero hasta la feria urbana que hoy es. Pero desde sus comienzos ha sido la fiesta de la primavera sevillana, un farolillo de luz y color que durante unos días cada año descubre lo mejor de esta ciudad y sus gentes, nos alegra y nos anima a compartir esa alegría, dejando para "la semana que viene" la rutina del resto del año.
Desde sus comienzos ha sido la fiesta de la primavera sevillana. Durante una semana sirve de centro de reunión de todos los sevillanos y visitantes, y cada año descubre lo mejor de esta ciudad y sus gentes, nos alegra y nos anima a compartir esa alegría dejando para "la semana que viene" la rutina del resto del año.
Miles de farolillos y bombillas iluminan la feria y su portada, desde su inicio con el lunes del alumbrado, hasta su culminación el domingo con los fuegos artificiales.
Más de 1000 casetas y un parque de atracciones hacen realidad el delirio y disfrute de los más pequeños y mayores, sin olvidar el majestuoso paseo de caballos y enganches, todo rodeado de armonía y alegría entre bailes, cantes y manzanilla.
Durante esta semana familias completas viven la feria. Se reúnen en las casetas a partir de media mañana hasta bien entrada la madrugada. Disfrutan entre cante y baile de un buen tapeo acompañado de una copita de manzanilla o rebujito, tomando al final del día churros con chocolate, para después abandonar el recinto ferial en busca de un lugar de descanso donde recuperar ganas y fuerzas para volver al recinto ferial al día siguiente.
Durante el día, entre las 12.00 h. y las 20.00 h., se realiza por las calles del recinto el paseo de caballos y enganches, donde sus jinetes y acompañantes van ataviados con el traje típico corto y de flamenca. Numerosas son las personas que se acercan al recinto para disfrutar de este majestuoso desfile, para después proseguir su camino hacia el parque de atracciones y poder disfrutar de los llamados “cacharritos” y de la calle del infierno.
Paseando por las calles del recinto nos encontramos con diferentes puestos en los que se permite la venta de agua y flores, helados y algodón y servicios de fotografía.
Durante los días de celebración de la Feria queda totalmente prohibido el tráfico rodado y aparcamiento de vehículos de tracción mecánica, motos y bicicletas en el interior del recinto ferial, salvo los servicios autorizados (seguridad, limpieza, avituallamiento…). También queda prohíbo cualquier tipo de venta ambulante.
En el transcurso de la semana de feria esta va acompañada del tradicional festejo taurino. Diariamente se celebra en el coso sevillano de la Real Maestranza de Caballería la corrida de toros anunciada. Numeroso público acude todas las tardes a presenciar el duelo entre el toro y el torero.
Numerosos son los medios materiales y personales que antes, durante y después de la feria, se emplean para velar por el buen funcionamiento de esta.