San Francisco de Asís (4 de Octubre)
(1181-1226) Las oraciones de la Misa trazan hoy un fiel
retrato de San Francisco. Este hombre de Dios «dejó su casa, abandonó la
herencia que le pertenecía y logró llegar a ser pobre y necesitado; v así. el
Señor le tomó a su servicio».
Francisco llevó una vida «asemejándose a Cristo por
la humildad y la pobreza», llena de «amor jubiloso»; «se consagró al misterio
de la cruz»; «en su caridad y en su celo apostólico», se puso al servicio de
todos para salvarlos a todos. Francisco de Asís es, sin duda, el santo
cuya vida ha reproducido más a la letra la de Jesús.
Desde el día en que, en San Damián oyó cómo le
decía el Crucificado: «Vete y repara mi Iglesia en ruinas» (1206) hasta aquel
otro en que, sobre el Averno, recibió los estigmas de la Pasión (1224), y al de su
muerte, tendido en tierra, cerca de Santa María de los Ángeles (1226), toda su
vida dilatada de itinerante entre sus hermanos a los que por humildad, llamó
Hermanos Menores.
Francisco no tuvo otro deseo que fijar sus pasos
tras las huellas de Jesús, a fin de vivir las Bienaventuranzas. «Dichosos los
pobres»: Francisco se encuentra reflejado por entero en esas palabras: . dicha
y pobreza, dicha nacida de la pobreza, simplicidad de corazón y humilde
adhesión a los ministros de Jesucristo, ternura para con todos los hombres y,
más allá de ellos mismos, para con todas las criaturas, tal es el secreto de la
felicidad que Francisco enseñó a sus hermanos y hermanas. Y su
mensaje sigue permanente en la
Iglesia.«El varón que tiene corazón de lis, alma de querube,
lengua celestial, el mínimo y dulce ... », dirías que es el santo más para todo
el mundo.
Ateos, agnósticos, herejes, anticlericales, todos
sienten una ternura especial por el Poverello, y de esta manera quizá se
abarata un poco su santidad, hecha sentimentalismo laico. De todas
formas, quede claro que no era un bohemio caprichoso, como hijo de mercader
sabía muy bien lo que costaba el dinero, pero también que el camino hacia Dios
pasa por la renuncia, por lo que suele llamarse pobreza, y cuando ya no tenemos
nada habrá que seguir dando, se da uno mismo, lo que se es.
Mientras tengamos cosas, éstas nos protegen de
Dios, y una vez libres de las cosas y de su deseo, sólo queda darse, y eso es
lo que significa la
Pobreza. Lo que todos queremos rehuir prescindiendo
cómodamente de lo exterior y de lo superfluo, hasta que desnudos de todo, se
acaba dando el último reducto, la voluntad. Y sin embargo nadie
glorificó como él la Creación ,
el hermano mundo. Desprendido de todo y amante finísimo de todo, del agua, del
fuego, de la tierra, del aire, del hermano lobo, de la hermana ceniza, que es
casta, decía, hasta de unos pasteles de almendra que le preparaba cariñosamente
una devota.
El mundo, visto a través de Dios, es fraterno y
hermoso, hasta en la hermana muerte, se disfruta en su voluntaria privación. Es
el arte de la posesión en Dios, el arte de poseer la tierra con esa extraña
lógica de los santos que es su tener y no tener: no teniendo nada, no deseando
nada, se posee de verdad todo, siendo libre de las cosas se señorea alegremente
el universo.
¡¡¡ paz y bien !!!