Como en la mayoría de los pueblos originarios de
nuestra Tierra, la Gran
Reina de la
Noche era venerada como Gran y Temida Diosa Nocturna,
guardiana de las profundidades e íntimamente conectada a la Mujer.
En La cosmovisión originaria de los Andes, la Diosa Luna , era llamada
en voz quechua: Quilla Mama (Mamakilla tb).
Hermana y esposa del Padre Sol
(Taita Inti) ella era la guardiana y protectora del aspecto femenino de la Cosmovisión Quechua.
Las sacertodisas de la luna eran conocidas como
grandes sanadoras y mujeres muy sabias.
Las pequeñas niñas que ingresaban en los templos aprendían
de las mayores, quienes les iban compartiendo los secretos de las plantas
medicinales, los ritos, y las ceremonias Lunares.
La conexión con QuillaMama es la que le otorga a la mujer los secretos de la
magia, el encanto, la belleza, la fuerza de lo invisible, el conocimiento de
los ciclos y la sabiduría femenina.
Así también es Ella quien le recuerda su
inestabilidad y vulnerabilidad.
Es a ella a quién ofrendaban las mujeres andinas
para pedir protección para las niñas, a las parturientas y a los bebés recién
nacidos.
Era quién de acuerdo a sus ciclos marcaba los
periodos de fertilidad de la
PachaMama , La
Madre Tierra , así como también marcaba la fertilidad de las
mujeres y las ayudaba a desarrollar sus poderes de visionarios y de sanación.
Existe un mito sobre la infidelidad de Quillamama al Sol. Resulta que un
hermoso zorro se había enamorado de la diosa y le imploraba siempre que
accediera a sus requerimientos, hasta que una noche ella soltó una soga de
plata por donde el amante ascendió.
Así se unieron para no separarse jamás.
Cuentan los indígenas que al zorro aún se le puede
ver como una silueta que cubre la superficie de la Madre Luna.