En un principio, se consideraba que la Herradura aportaba buena suerte por su parecido al cuarto creciente de la luna, símbolo de Isis.
Pero, además, se le atribuía una virtud especial por estar hecha de hierro, metal que tenia poderes contra el "Mal de Ojo".
Los griegos y romanos solían clavar Herraduras en las paredes para salvaguardarse contra la peste y tenían sumo cuidado en hacerlo con los talones o puntas mirando hacia arriba.
Esta idea es común en casi todo el mundo.
La explicación que se da a esta posición es la de que, si colocase invertida, "su poder se vaciaría".
Aunque exista otra versión que dice que la mala suerte se ve encerrada en el interior y que, como el diablo no puede cruzar la salida, se queda dando vueltas y más vueltas por el interior.
Empleada conjuntamente con la madera de fresno, la Herradura constituía un importante amuleto medicinal durante la Edad Media.
Con mucha frecuencia, se solía enterrar una Herradura en las raíces de un fresno o se colgaba de una rama para que, con el tiempo, la madera creciese y la envolviese.
En cualquiera de los casos, se hacía pasar una ramita del árbol así tratado por el lomo del ganado y éste sanaba de cualquier enfermedad.
En las Bermudas, se suele arrojar una Herradura al fuego cuando se acerca a la casa algún enemigo conocido o alguien de quien se sospeche de brujería, debido a la creencia de que el hierro tiene más poderes cuando se combina con el calor.
En las profundidades de nuestras explotaciones mineras, suelen verse con frecuencia Herraduras clavadas en las paredes de las galerías, de igual modo que, en Suffolk, los pescadores clavan también Herraduras a los mástiles de sus embarcaciones.
"Que nunca te arranquen la Herradura de tu puerta" es un deseo que se menciona en la antigua pieza teatral "El Matrimonio de las Artes", de Holiday.
En Hudibras, todavía se habla de un mago que libraba de los malos espíritus con Herraduras y hoces, ambos utensilios con forma de media luna.
En su fábula "La Anciana y sus Gatos", Gay describe la manera en que la bruja se aflije por unas pajas cruzadas en el umbral de una puerta, sobre las que le es imposible pasar -otras de las formas de la cruz como amuleto-, al igual que las Herraduras que protegen las puertas.
Brand nos cuenta que, en Monmouth Street, en Londres, había no menos de diecisiete Herraduras clavadas en las puertas de las casas, aunque, al volver treinta años después (1846), sólo puede encontrar cinco o seis.
El mismo Brand cita de las Misceláneas, de Aubrey: "Debajo del porche de la Iglesia de Staninfield, en Suffolk, vi un azulejo con una Herradura encima, colocada con ese fin (ahuyentar las Brujas), aunque uno piensa que con el agua bendita sola hubiera bastado. Me han dicho que en muchos sitios hacen lo mismo".
Sólo en China no constituye la Herradura un amuleto conocido, pero, en cambio, el casco del caballo trae una suerte extraordinaria.
E. Villiers
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