EL CRÁNEO DEL GIGANTE

AL PRINCIPIO DE LOS TIEMPOS...

Cuentos del Sol, la Luna y las Estrellas.

EXISTÍAN DOS MUNDOS:

Una Tierra de Fuego y Otra de Hielo.

En el vacío que existía entre ambas solo vivía una enorme criatura, Ymir, que era un malvado y hambriento gigante de hielo.

Sin embargo, no tenia nada que comer porque vivía en la nada.

Entonces vio aparecer otra figura que poco a poco tomaba forma en la oscuridad.

Eran la gran vaca Audumla.

La leche emanaba de ella por cuatro chorros, por lo que Ymir pudo saciar su hambre.

Después, el gigante cayó en un profundo sueño.

Pero Audumla también tenia hambre empezó a lamer los salados bloques de hielo.

Al final del primer día, en el hielo apareció la cabeza de un hombre; dos días después, surgió en el un hombre entero.

Este primer hombre se llamaba Buri y odiaba a Ymir.

Con el tiempo, Buri tuvo hijos y nietos, que se conviertieron en los dioses que crearon el mundo.

Liderados por Odín, el dios jefe, mataron a Ymir y observaron su gigantes cuerpo.

Cogieron su enorme cráneo y lo colocaron sobre la Tierra para que hiciera de bóveda celeste.

Se extendía hacia los cuatro puntos cardinales; al norte, al sur, al este y al oeste.

Crearon la Tierra picando la carne de Ymir, y convirtieron sus huesos en montañas y su sangre, en mares.

Hasta ese momento, el cielo se mantuvo sumido en la mas absoluta oscuridad.

Odín y sus hermanos tomaron chispas de Muspel, la Tierra del Fuego, y las lanzaron al Cielo.

Se convirtieron en estrellas y desde aquel día han recorrido el cielo por los caminos que Odín les marco para ello.

Había dos chispas mas grandes que el resto, y los dioses las eligieron ara que fueran el Sol y la Luna.

En aquella época, los dioses conducían carros dorados, fabricados por sus herreros, para transportar al Sol y a la Luna por sus caminos a través del Cielo.

Y así fue como se crearon las luces celestes: todo estaba contenido en el interior del cráneo del gigante.
Jane Ray.