Bélmes de la Moraleda
Autor: Pedro Amorós
PARTE II
Para mí, en cuanto a la investigación y la divulgación en el campo del misterio, habría nombres importantes en torno a este enigma, como Pedro J. Fernández, Beatriz Martinez, Luis Mariano Fernandez, Manuel Gomez Ruiz, David Sentinella, Lorenzo Fernandez, Donato Hervas, María Rodriguez, Ricardo Brú, Iker Jimenez, el sacerdote José María Pilón y otros tantos que podría mencionar y que seguro me perdonarán por no hacerlo.
Respecto a la investigación científica cabe mencionar al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, al doctor Alonso (Instituto de Cerámica y Vidrio de Valencia, 1976), y al catedrático don Antonio Molina (Departamento de Física y Química Analítica de la Universidad de Jaén, 2005).
Todos ellos fueron incapaces de demostrar que las formaciones contuviesen tintes, pinturas, nitratos o sulfuros de plata e incluso que estuviesen conformadas por materias grasas, como aceites, y descartaron cualquier tipo de acción con materiales o compuestos que llevase a calificar el fenómeno como fraude.
En cuanto a detractores del fenómeno, podríamos nombrar a José Luis Jordan Peña, de quien se dice que fue comisionado por el gobierno de Franco para erradicar el fenómeno atribuyendole el carácter de fraude, fuera o no fuera cierto.
Y en relación con organizaciones de investigación parapsicológica que han cubierto el caso de manera continuada, metódica, analítica y lo mas aséptica posible, indudablemente destaca la SEIP, cuyos miembros e investigadores han desarrollado centenares de experimentos con las caras -teleplasticas-, con la propietaria de la casa, María Gomez Cámara, y en el entorno circundante al fenómeno.
Pese a esto, han acudido muchisimos grupos de investigadores y agrupaciones que esporádicamente han realizado en esta localidad sus pesquisas y elucubraciones, que los han llevado a pensar una u otra cosa.
Creo que el tema de las caras de Bélmez se merece, sin duda, un libro, mas que un simple caso, pero evidentemente aquí vamos a introducirlo como otro caso mas, ara que, si el lector lo juzga y cree oportuno, pueda a acceder a libros como: Las caras de la discordia, de David Sentinella y Lorenzo Fernandez; Tumbas sin nombre, de Luis Mariano Fernandez e Iker Jimenez; o el consagrado y difícil de conseguir Las caras de Bélmez de José Martines Romero.
Todos pudieron comprobar que la imagen era cierta, estaba ahí en el suelo de cemento de la cocina y justo donde María cocinaba.
Miguel Pereira, para erradicar las posibles habladurías y comentarios y, según él, porque no quería ver aquella cara en el suelo, decidió picarla y volver a enlucir el suelo para dejarlo intacto.
A los pocos días volvió a aparecer una segunda cara, otra a su lado, otra arriba y así con el paso del tiempo, el suelo de la cocina se convirtió en una especie de pizarra para los misteriosos dibujantes.
CONTINUARÁ...